El voto rionegrino
Las elecciones provinciales del domingo 7 de abril en Río Negro anticipan ser más parejas que las celebradas en Neuquén y San Juan.
Ante todo, la inhabilitación judicial contra la postulación del actual gobernador Alberto Weretilneck ha obligado al oficialismo rionegrino a enfrentar la sucesión política, con los trastornos que ello implica para un proyecto que tiene al actual titular del ejecutivo como mentor y protagonista.
Se trata de un trance común a otros emprendimientos de etiqueta provincialista. Este mismo domingo hay primarias en Chubut, donde el frente encabezado por Chubut Somos Todos testea sus chances de persistencia luego del fallecimiento de Mario Das Neves en 2017.
Experiencias semejantes indican que para los incumbentes en Río Negro la confirmación de su gestión más allá de Weretilneck es un afán ampliamente posible. Así, la renovación misionera de Carlos Rovira y el frente santiagueño de Gerardo Zamora supieron conservar la administración de sus provincias a pesar de las limitaciones recaídas en sus fundadores.
Pero al poco de comparar, surgen diferencias. El proyecto rionegrista carece de bancas propias en el Congreso. También muestra una marcada vocación por eludir incidencias electorales.
En efecto, luego de ganar la gobernación por el mayor porcentaje de la historia provincial en junio de 2015, el rionegrismo no postuló para categorías federales más tarde ese año y en 2017 depuso su lista después de obtener en las primarias menos de 20 por ciento de votos, una proporción históricamente insuficiente para adjudicar bancas en el distrito. En 2015 suspendió el estreno de las primarias provinciales y en 2018 directamente las derogó. Esta vez convocó a elegir gobernador y legislatura de forma anticipada y sin ninguna adhesión municipal, un desdoblamiento inédito de elecciones en la provincia desde hace al menos dos décadas.
Las bases sociales de la competencia electoral, por su parte, ofrecen indicios de una dinámica común a otros distritos. Esto surge de un estudio realizado sobre los 21 circuitos electorales de Viedma (la capital) y los 30 de San Carlos de Bariloche (la localidad más poblada), en un extremo y otro de la geografía provincial, dando cuenta de asociaciones significativas respecto a la distribución del nivel educativo para las elecciones de 2015 y 2017.
Agrupación | 2015 (Gob.) |
2015 (Pres.) |
2015 (Dip.) |
2015 (Bal.) |
2017 (PASO) |
2017 (Dip.) |
PJ | (0,220) | -0,665 | -0,788 | -0,772 | -0,685 | -0,748 |
UCR | 0,324 | 0,862 | 0,795 | 0,772 | 0,852 | 0,811 |
JSRN | -0,552 | -0,476 | ||||
PS | 0,609 | 0,779 | 0,812 | (0,268) | (0,098) | |
UNA | -0,675 |
Se advierten relaciones directas respecto a la variable representando el nivel socioeconómico para las agrupaciones integradas por la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Socialista (PS), e inversas correspondientes al Partido Justicialista (PJ) y a Juntos Somos Río Negro (JSRN). La elección de gobernador muestra valores particularmente atípicos para el PJ, que sugieren efectos locales al desagregar por departamento. El dato significativo en esa elección es, con todo, la correlación negativa de JSRN, que se incrementa en el desagregado y que se reitera en las primarias de 2017. En el mismo sentido cabe destacar la relación inversa de la fórmula presidencial del peronismo alternativo en 2015.
Los comunes coeficientes negativos indican una semejante distribución del electorado del justicialismo y del actual oficialismo, que se puede interpretar como una disputa por el voto de sectores populares. Esta apelación compartida no resulta sorprendente considerando que Weretilneck llegó a gobernador reemplazando al candidato del PJ, fallecido a poco de asumir en 2011. En tanto, la UCR y el PS con claridad tienden a cosechar mejores resultados en sectores más acomodados.
La historia electoral también tiende a abonar la posibilidad de una elección más reñida. Río Negro ha tenido gobiernos de hasta tres partidos diferentes desde 1983 y más de la mitad de los márgenes de victoria desde entonces se ha situado por debajo de los 7 puntos porcentuales, el mínimo registrado en la vecina Neuquén bajo el mismo sistema de simple pluralidad.
Con todo, los resultados históricos también advierten de las dificultades para desalojar a un partido en el poder. Así, el control del gobierno provincial podría explicar en buena parte tanto la seguidilla de triunfos de la UCR entre 1987 y 2007 como su notorio escaso desempeño de 2015.
Los sondeos disponibles para este domingo señalan un escenario similar al de 2015, con las fórmulas del oficialismo y el justicialismo otra vez disputando el sillón provincial y el radicalismo (en alianza con Cambiemos) en un lejano tercer puesto. La barilochense Arabela Carreras reemplaza al gobernador al frente de su boleta y apuesta eventualmente a un empuje de voto útil antiperonista ante el rezago de la candidata radical Lorena Matzen, a quien no favorece la alta imagen negativa del presidente Mauricio Macri en la región.
El retador en esta oportunidad es Martín Soria, dos veces intendente de General Roca, la segunda localidad más poblada de la provincia. Tres de los siete alcaldes que tuvo esta ciudad desde 1983 (Pablo Verani, Miguel Saiz y Carlos Soria) supieron alcanzar la gobernación. A la sazón, Martín es hijo de Carlos «El Gringo», cuyo fallecimiento propició el proyecto político de Weretilneck. La política, como el fútbol, suele dar revancha.
Publicado: viernes 5 de abril de 2019 a las 1:00 pm
Río Negro.
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